sábado, 8 de noviembre de 2014

Bendita casualidad

En estas vacaciones tuvimos que llevar a nuestro perro a Lima, nunca antes lo habiamos hecho, siempre lo dejabamos al cuidado de Santiago, nuestro vigilante de la Quinta donde vivimos, llovía tanto en Arequipa  por esos dias,  que pensamos que era lo mejor, asi que enrumbamos con nuestro querido Roosevelt  (que tal nombrecito, se lo puso Fernando, mi esposo) , es un perro enorme, es un Collie, es el animalito más dócil y bueno de este mundo, un verdadero compañero de casa, es el ser más perfecto para todo niño, mi hija María José, la más pequeña de la casa, lo ama con todo su corazón y él nos demuestra día a día su incondicional cariño, llegó a nuestras vidas desde casi un mes de nacido y alli poco a poco fué creciendo, aguantándole sus travesuras y a veces se ganaba sus buenas reprimendas, bueno ya pasó esa etapa que nos pone los pelos de punta cuando encontrabamos sorpesitas por la casa, ya aprendió y esta bien encaminado.....a no ser , cosa que hasta ahora no podemos, que deje de arañar las ventanas y puerta, cada vez que escucha que rebientan bombardas (Arequipa se manifiesta de esa forma cada vez que hace un evento religioso) el pobre sí que se asusta y hasta que no le abramos la puerta no descansa, o cuando nos escucha gritar  las veces que nosotros estamos viendo un partido de futbol (imposible estar en silencio con tanta euforia) se nos tira encima o se sube a los muebles, ya cogí el truco, le pongo su cadenita atada a mi puerta y alli se queda tranquilito hasta que termine el partido.

Llegamos a Lima con nuestro Roosevelt  y todos felices, cada parada que haciamos eramos elogiados por tan "lindo perro", ya  estando en casa de mis suegros, Roosevelt no quería comer y ni siquiera tomar agua, pensamos que era  por el cambio de lugar, pero mi suegro nos dijo  que más parecia que estaba enfermo y con  mi esposo lo llevaron a la veterinaria, en realidad estaba con toda la garganta inflamada y afiebrado,  tuvieron que ponerle por 3 dias inyecciones.   En una de las consultas al veterinario, me cuenta Fernando,  que llevaba al perrito atado a su correa para subirlo al auto y se encontró con una excompañera de estudios y al verlo con el perro, le preguntó  si era hembrita por que ella tenía un collie macho, alli conversaron un rato y se despidieron.

Tuvimos que irnos  un poco más lejos de viaje, fuimos a visitar a mi mami y hermanos que viven en Chimbote y se nos presentó un problema con la estadía de Roosevel, ya que estabamos hospedados en casa de mis suegros y  nadie podía cuidarlo por esos 4 dias que ibamos a estar ausentes, llevarlo a Chimbote en nuestro auto nos era posible por que iban ocupados todos los asientos, asi que busqué a un buen amigo y pudo quedarse alli, el impase era que este lugar es una cochera y este local quedaba en una esquina con dos puertas,  mi amigo temía que pudiera escaparse, nos dijo que el lo podía pasear en sus tiempos libre y sobre su alimentación no era poblema por que él estaba alli casi todo el día, pero que por la seguridad del perro le compraramos una cadena muy larga para tenerlo amarrado hasta que termine su hora de trabajo y lo saque a pasear, nos fuimos entre tristes por dejar a Roosevelt y felices por el reencuentro con nuestra familia después de mucho tiempo.  Pasamos como nunca lindos momentos paseando por la playa y la ciudad, todos juntos.

Ya después de 4 dias de jolgorio con la familia, regresamos a recoger a nuestro perro, yo estaba al volante y mientras cuadraba el carro,  mi hijita María José salió corriendo a verlo, no terminaba yo de cerrar la puerta del auto cuando la veo venir gritando y llorando: ¡Mamaaaaaa, Rooosevelt se perdiooooo!!!, Dios....se me escarapeló el cuerpo, no lo podía creer, me calmé y encontré ya a mi esposo conversando con mi amigo y le contaba los detalles de cómo se habia perdido ese día mismo en la mañana, que se había desatado y que él no se había percatado hasta despues de una hora, para ser franca, dudamos la explicación hecha, pero también pensabamos que en verdad cualquiera hubiera podido llevarselo  a su casa y no devolverlo, nos dijo mi amigo que al consultar a sus vecinos le dijeron que lo habian visto irse hacia el mercado arrastrando su correa, fuimos a preguntar por los alrededores, nos tomó algo de 2 horas hacerlo pero nadie dió un alcance.

Ya subidos en el auto y muy tristes, sobre todo escuchando llorar a nuestra hija, se me venía a la mente en retroceso, todo lo vivido con nuestro amado perrito y sentí tanto sentimiento de amor por ese animalito bello, que sólo hacía llenar de ternura nuestro hogar, le iba rogando a Dios  que apareciera y mi esposo diciéndome:  Mary , ¿Y si ha llegado hasta la casa caminando?,  dicen que estos perritos son muy inteligentes, yo ponía en duda lo que me decía,  por que del lugar de donde lo dejamos hasta la casa de mis suegros era bastante lejos y había que cruzar muchas pistas, en fin nada es imposible. 

Llegamos a la casa con caras de descontentos, salió mi suegro a darnos el encuentro, nosotros "mutis",  la primera que ingresó a la casa a contar lo sucedido fué mi María José, cuando  de pronto regresó con la carita más feliz de sus últimos tiempos, gritando: ¡mamitaaaa Roosevelt está aquí!  ufff suspiramos de alivio y sorprendidos, bueno,  ya luego mi suegro nos contó que una señorita había llegado cómo a las 12 del día, (osea habían pasado algo de 4 horas del suceso),  preguntando por Fernando y si se le había perdido su perro, por que al parecer recordaba haberlo visto en la Veterinaria con él, ella era Rosita la excompañera de estudios de mi esposo y ahora Directora de un colegio en la misma ciudad y  casi todos la conocian, alguién supuso que el perro perdido era de la Miss Rosita por que siempre la veían paseando con uno igual  y se lo llevaron hasta su casa, ella al verlo lo recordó y hizo el gesto más tierno para los que amamos a nuestros animalitos, devolverlo a sus dueños,  por eso  hasta el día de hoy cada vez que abrazamos a Roosevelt y el nos pone esos ojitos tan tiernos, damos gracias a la "bendita casualidad" de aquel día.