Bendita casualidad
En estas vacaciones tuvimos que llevar a nuestro perro a
Lima, nunca antes lo habiamos hecho, siempre lo dejabamos al cuidado de
Santiago, nuestro vigilante de la Quinta donde vivimos, llovía tanto en
Arequipa por esos dias, que pensamos que era lo mejor, asi que
enrumbamos con nuestro querido Roosevelt (que tal nombrecito, se lo
puso Fernando, mi esposo) , es un perro enorme, es un Collie, es el
animalito más dócil y bueno de este mundo, un verdadero compañero de
casa, es el ser más perfecto para todo niño, mi hija María José, la más
pequeña de la casa, lo ama con todo su corazón y él nos demuestra día a
día su incondicional cariño, llegó a nuestras vidas desde casi un mes de
nacido y alli poco a poco fué creciendo, aguantándole sus travesuras y a
veces se ganaba sus buenas reprimendas, bueno ya pasó esa etapa que nos
pone los pelos de punta cuando encontrabamos sorpesitas por la casa, ya
aprendió y esta bien encaminado.....a no ser , cosa que hasta ahora no
podemos, que deje de arañar las ventanas y puerta, cada vez que escucha
que rebientan bombardas (Arequipa se manifiesta de esa forma cada vez
que hace un evento religioso) el pobre sí que se asusta y hasta que no
le abramos la puerta no descansa, o cuando nos escucha gritar las veces
que nosotros estamos viendo un partido de futbol (imposible estar en
silencio con tanta euforia) se nos tira encima o se sube a los muebles,
ya cogí el truco, le pongo su cadenita atada a mi puerta y alli se queda
tranquilito hasta que termine el partido.
Llegamos
a Lima con nuestro Roosevelt y todos felices, cada parada que haciamos
eramos elogiados por tan "lindo perro", ya estando en casa de mis
suegros, Roosevelt no quería comer y ni siquiera tomar agua, pensamos
que era por el cambio de lugar, pero mi suegro nos dijo que más
parecia que estaba enfermo y con mi esposo lo llevaron a la
veterinaria, en realidad estaba con toda la garganta inflamada y
afiebrado, tuvieron que ponerle por 3 dias inyecciones. En una de las
consultas al veterinario, me cuenta Fernando, que llevaba al
perrito atado a su correa para subirlo al auto y se encontró con una
excompañera de estudios y al verlo con el perro, le preguntó si era
hembrita por que ella tenía un collie macho, alli conversaron un rato y
se despidieron.
Tuvimos
que irnos un poco más lejos de viaje, fuimos a visitar a mi mami y
hermanos que viven en Chimbote y se nos presentó un problema con la
estadía de Roosevel, ya que estabamos hospedados en casa de mis suegros
y nadie podía cuidarlo por esos 4 dias que ibamos a estar ausentes,
llevarlo a Chimbote en nuestro auto nos era posible por que iban
ocupados todos los asientos, asi que busqué a un buen amigo y pudo
quedarse alli, el impase era que este lugar es una cochera y este local
quedaba en una esquina con dos puertas, mi amigo temía que pudiera
escaparse, nos dijo que el lo podía pasear en sus tiempos libre y sobre
su alimentación no era poblema por que él estaba alli casi todo el día,
pero que por la seguridad del perro le compraramos una cadena muy larga
para tenerlo amarrado hasta que termine su hora de trabajo y lo saque a
pasear, nos fuimos entre tristes por dejar a Roosevelt y felices por el
reencuentro con nuestra familia después de mucho tiempo. Pasamos como
nunca lindos momentos paseando por la playa y la ciudad, todos juntos.
Ya
después de 4 dias de jolgorio con la familia, regresamos a recoger a
nuestro perro, yo estaba al volante y mientras cuadraba el carro, mi
hijita María José salió corriendo a verlo, no terminaba yo de cerrar la
puerta del auto cuando la veo venir gritando y llorando: ¡Mamaaaaaa,
Rooosevelt se perdiooooo!!!, Dios....se me escarapeló el cuerpo, no lo
podía creer, me calmé y encontré ya a mi esposo conversando con mi amigo
y le contaba los detalles de cómo se habia perdido ese día mismo en la
mañana, que se había desatado y que él no se había percatado hasta
despues de una hora, para ser franca, dudamos la explicación hecha, pero
también pensabamos que en verdad cualquiera hubiera podido llevarselo
a su casa y no devolverlo, nos dijo mi amigo que al consultar a sus
vecinos le dijeron que lo habian visto irse hacia el mercado arrastrando
su correa, fuimos a preguntar por los alrededores, nos tomó algo de 2
horas hacerlo pero nadie dió un alcance.
Ya
subidos en el auto y muy tristes, sobre todo escuchando llorar a
nuestra hija, se me venía a la mente en retroceso, todo lo vivido con
nuestro amado perrito y sentí tanto sentimiento de amor por ese
animalito bello, que sólo hacía llenar de ternura nuestro hogar, le iba
rogando a Dios que apareciera y mi esposo diciéndome: Mary , ¿Y si ha
llegado hasta la casa caminando?, dicen que estos perritos son muy
inteligentes, yo ponía en duda lo que me decía, por que del lugar de
donde lo dejamos hasta la casa de mis suegros era bastante lejos y había
que cruzar muchas pistas, en fin nada es imposible.
Llegamos
a la casa con caras de descontentos, salió mi suegro a darnos el
encuentro, nosotros "mutis", la primera que ingresó a la casa a contar
lo sucedido fué mi María José, cuando de pronto regresó con la carita
más feliz de sus últimos tiempos, gritando: ¡mamitaaaa Roosevelt está
aquí! ufff suspiramos de alivio y sorprendidos, bueno, ya luego mi
suegro nos contó que una señorita había llegado cómo a las 12 del
día, (osea habían pasado algo de 4 horas del suceso), preguntando por
Fernando y si se le había perdido su perro, por que al parecer recordaba
haberlo visto en la Veterinaria con él, ella era Rosita la excompañera
de estudios de mi esposo y ahora Directora de un colegio en la misma
ciudad y casi todos la conocian, alguién supuso que el perro perdido
era de la Miss Rosita por que siempre la veían paseando con uno igual y
se lo llevaron hasta su casa, ella al verlo lo recordó y hizo el gesto
más tierno para los que amamos a nuestros animalitos, devolverlo a sus
dueños, por eso hasta el día de hoy cada vez que abrazamos a Roosevelt
y el nos pone esos ojitos tan tiernos, damos gracias a la "bendita
casualidad" de aquel día.
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